¡Que no, señoras y señores!,

que no es tener más información y cultura

lo que puede traer paz a nuestro planeta,

ni nos hace seres de altura tener más títulos en la cesta,

sino esa maduración personal que solo se forja desde la teta.

Que no es conocer la historia una solución a nuestros horrores,

sino cada historia personal vivida con amor y sin temores,

cuando creces sin grandes heridas

y cuando tu alma es ungida

por personas que te aceptan.

 

Que tanto hay sabios incultos como cultos forjados de hielo,

y solo los primeros traen belleza al mundo

mientras los segundos traen abusos y miedos.

Que la esencia de las personas no se construye con libros ni cursos,

sino con ejemplos, con miradas, con palabras y con besos,

y con preguntas que vuelcan tu mente

para mirarte con hondura en los adentros.

 

¡Que no, damas y caballeros!,

que vencer la ignorancia nos da poder

pero solo la paz del interior nos hace seres enteros,

que la verdadera educación no trata de externo saber

sino de ampliar conciencia y autoconocimiento.

Que la formación amplía nuestros recursos,

pero nada hay valioso en ellos

sin la transformación que moldea su uso

cuando pones orden en emociones y pensamientos.

 

Que podemos perder el tiempo,

y podemos derrochar tinteros,

que  podemos apostarlo todo

al progreso, a las leyes y al dinero,

pero no hay sociedad que pueda iluminarse

si no se ilumina miembro por miembro.