Anhelos del pueblo llano,
caprichos de la nobleza,
deseos que nos alientan
cuando corren por las venas.
Trabajamos mano con mano
invirtiendo sudores y penas
por lograr tantas prebendas
que forman castillos de arena.
¿Cómo no dejarte la piel
cuando el mundo te jalea?,
¿cómo no entregar tu hiel
por el brillo de una estrella?
Luego llegan los lamentos,
las preguntas sobre si valió la pena,
cuando ya has sacrificado aficiones,
tiempo, amores y experiencias.
… Todo eso que era barato,
invisible y sin exigencias,
lo que conforma en verdad la vida
aunque sin boato ni luminiscencia.
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