Circulan y se expanden diversas teorías conspiranoicas acerca de los planes de élites poderosas, grandes políticos y multimillonarios varios que supuestamente están diseñando y aplicando planes para la reducción de la población mundial, para el control de la gente y para el enriquecimiento creciente de sus cuentas y privilegios. Una de las cosas que más me llaman la atención de esto es la manera en que se sobreestima grandemente la capacidad de conocimiento y control de estas élites. Como si hubiera un grupo de personas que pueden decidir o predecir la dirección del mundo, como si alguien conociera dónde están los mandos y la manera de pulsarlos.
Irónicamente, ofrece a los conspiranoicos una cierta sensación de saber y de control el creer que alguien sabe y controla, el creer tener bien identificado al enemigo, pero el problema es más grave y de mayor dificultad, porque la gran cuestión en el mundo actual, llegados al nivel de complejidad desarrollada, es precisamente que nadie está a los mandos, ni sabe dónde están ni cómo manejarlos. No al menos en cuanto a las grandes transformaciones globales ni en cuanto a claras direcciones de futuro. Ninguna mente humana ni ningún comité de mentes es ya capaz de comprender el sistema, ni de preverlo ni de dirigirlo, porque si bien el sistema ha sido moldeado esencialmente por la humanidad, ha adquirido una tan amplia e intrincada complejidad que ha escapado por completo al conocimiento y control de cualquier mente. A la máquina la movemos entre todos, pero a la vez la máquina funciona sola, con su propia, abstracta y poderosa inercia; a la máquina la construimos entre todos, pero nadie puede conocer ya a la máquina. La máquina es Matrix, y Matrix nos engulle y nos devora lenta e inexorablemente. No ha de entenderse de manera simplista que esto implica que el mundo funcione de manera aleatoria. Se trata de que las élites de poder no dirigen ampliamente el sistema, sino que solo son una implicación y una parte de él; y el hecho cierto de que propicien medidas concretas de control en determinadas parcelas, de restricción de libertades y demás, forma parte de la inevitable inercia y exigencia del sistema mismo al que mayoritariamente todos respondemos.
Descomplejizar, amigos, simplificar. Ir desmontando la máquina, reduciendo los datos, desmaterializando, decreciendo, bajando la velocidad, naturalizando procesos…, a pesar de todos los efectos traumáticos que inevitablemente ese proceso ya implica, me temo que es la única manera de que alguien empiece a poder decidir hacia donde vamos, y la única manera de empezar a pensar como especie y no como tribu, aplanando la curva de la debacle. El ser humano, en su ciega y prepotente actitud de control y dominio para escapar de las limitaciones y crueldades de la naturaleza, lleva miles de años construyendo sus propias limitaciones y la crueldad y poder de su propio sistema. No hacían falta tantas alforjas para este viaje.
Palabras y reflexiones terribles y atinadas. Seremos capaces de decrecer sin sentirnos disminuidos como personas ? O , tal vez, podamos decrecer sintiéndonos fortalecidos. Ese sería mi deseo, ojalá lo consiga.