¿Cuándo protegemos en verdad nuestra dignidad, o simplemente a nuestro orgullo?

¿Cuándo estamos siendo coherentes, o en verdad solo tozudos?

¿Cuándo nos mostramos espontáneos, o meramente impulsivos?

¿Cuándo estamos siendo valientes, o más bien temerarios?

¿Cuándo sensatos y prudentes, o simplemente temerosos?

¿Cuándo revelamos nuestra humilde sencillez, o solo nuestra ignorante simpleza?

¿Cuándo estamos siendo en verdad libres, o solo inconscientes de nuestros condicionamientos?

¿Cuándo exhibimos nuestros defectos o, más bien, nuestras virtudes incomprendidas? ¿Cuándo nos mostramos virtuosos o solo engalanamos nuestros defectos?

¿Cuándo nos detenemos reflexivamente en preguntas liberadoras, o solo nos embarramos en preguntas obsesivas? ¿Cuándo rehuimos las “pajas mentales” o, simplemente, eludimos mirar despacio hacia adentro?