A la postre…

Eran cantos de sirena y miel para los oídos,

no eran más que sueños implantados

para mantener los egos bien nutridos.

Pero aquí era el disidente un bicho raro

y, el complaciente, un bien nacido.

 

Era este un mundo cuadriculado

en el que te obligan a tomar partido,

o si no te lo asignarán, y asumirán

quienes son o no tus amigos.

 

Eran batallas por todos lados,

la mayoría sin ningún sentido,

llenas de tantos quebrantos,

plagadas de orgullos heridos.

 

Eran prisas y anhelos vanos

alentando una vida de ruido,

simplificando lo que es complejo,

complicando lo que es sencillo.

 

Y después de tanto y tanto periplo,

¡eah! nos vemos aquí reunidos:

llenando a rebosar el camposanto

tras lamentar con ardor lo no vivido.