A pesar de todo lo que habitualmente se ensalza la cultura como medio de liberación y fortalecimiento de las personas, es mi impresión que la formación y la impregnación cultural (en términos de educación tradicional, literatura, artes…) no es básicamente más que un amplificador de recursos. Si eres una persona noble y honesta, la cultura puede darte mejores recursos para extender tu buena obra; si eres una persona egocéntrica y aviesa, la cultura puede permitirte hacer un daño más sibilino o de mucho mayor alcance.

La cultura te ayuda a moverte más hábilmente en este complejo mundo social, pero creo que no determina de un modo ni medianamente significativo la «bondad» de la dirección en la que te mueves. Eso depende de otros factores que no atañen a la formación cultural, sino a la transformación personal, a la promoción consciente de una determinada evolución psicológica que, como especie, no hemos comprendido ni emprendido.