Hace algún tiempo escribí sobre la típica y mítica arenga acerca de la conveniencia de esforzarse en salir de nuestra zona de confort. Otra media verdad y, por tanto, otra idea resbaladiza, se viene remachando de manera repetida desde la psicología Junguiana y desde el enfoque de la terapia gestalt, que suele mostrar una amplia y atractiva oferta experiencial pero una excesiva simpleza o reduccionismo teórico (y en parte a ello debe su popularidad). Es desde aquí muy frecuente aludir al mecanismo psicológico de la proyección, entendiendo por tal que aquello que nos irrita y rechazamos de los demás es algo que en realidad estamos negando y reprimiendo en nosotros mismos, algo propio pero eludido, o bien, algo que envidiamos. Planteada de este modo se trata de una formulación sesgada que, en muchos casos, más que producir una conciencia constructiva genera cierto inadecuado sentimiento de culpa y aprensión en quien así lo cree. Porque lo cierto es que estos planteamientos desatienden la tercera posibilidad, que es de hecho tal vez la más frecuente: Que lo que nos frustra y nos irrita especialmente de los demás esté en la antípoda de lo que somos y poseemos (y de lo que envidiamos), y por ello resulta tan costoso percibirlo y esperarlo de los demás, creando un desagradable factor sorpresa de manera repetida. Del mismo modo que “tiende a creer el ladrón que son todos de su misma condición” tiende, por ejemplo, la persona auténticamente sincera, generosa o cumplidora de su palabra, a creer, ingenuamente y por el mecanismo de proyección, que los demás poseen la misma condición, con la consiguiente y reincidente quiebra de expectativas y derivada frustración cuando chocan con otras realidades personales bastante menos nobles, y que es preciso reconocer para conducirse adaptativamente por la vida.

No suele ser nada fácil, para la persona implicada, la detección de cuánto hay en sus reacciones de una o de otra de estas tres modalidades de proyección. Por definición, ningún mecanismo de defensa es fácil de detectar para quien lo manifiesta, por lo que la identificación y su abordaje con la ayuda de un profesional externo suele resultar importante.